Todo

Escrito desde el corazón, a veces roto y otras no

lunes, 27 de noviembre de 2017

Media vida rota.

Hoy quiero compartir que estoy rota.
Rota por dentro. Rota el alma y no... No es por amor.
Yo, solo soy una joven más entre miles de millones de una misma generación.
Nací, crecí y me rompí.
Vivimos en una sociedad en la que decir tu opinión te puede condicionar... ¿Os imagináis vivir callando vuestra opinión?.
Yo, vivo en un hogar para hombres. Un hogar en el que a mí se me enseñó a ser responsable a base de tareas del hogar, mientras que a los demás se les dejaba a su libre albedrío.
Yo, madrugaba para ayudar a mi madre a limpiar, recoger la casa, poner lavadoras, cocinar... Nunca fui consciente, al menos no del todo, que ahí en ese preciso momento empecé a romperme.
Yo, no podía salir de casa sin dejar las cosas como los chorros de loro.
Yo, no podía llegar cinco minutos tardes.
Yo, no podía ser yo.
Yo, tenía miedo de ser yo.
¿Por qué?
Porque se me gritaba delante de mis amigas, diciendo que era una guarra y un desatre. 13 años.
Porque se me gritaba que era una vaga que nunca hacía nada ni ayudaba en casa. Desde los 12 años hasta los que tengo ahora.
Porque se me mandaban mensajes amenazantes con las consecuencias de mis tareas no hechas.
Porque decidir que quieres ser un agente de la ley era de esperar, solo había que verme.
Porque vestirme con chandal era ser un marimacho.
Porque se me gritaba que era un desastre de hija, nunca alcanzaba a lo mínimo que se espera de un hijo.
Porque siempre lloraba cuando se me gritaba.
Porque llorar por la pérdida de un ser quérido era de débiles y a mi nunca se me permitía ser débil.
Porque le tienes envidia a tus hermanos.

Vivir media vida en la sombra, con miedo a las voces viendo como cada día que pasa se queda atrás una parte de ti, que sabes, que nunca volverá.
Vivir media vida aguantando comentarios como:
-Las lavadoras están hechas para mujeres, por eso vosotras las entendéis.
-Las señoritas no dicen palabras malsonantes, eso es de camioneros.
-Siempre estás cabreada... ¿Estás con la regla?
-Si limpiaras esto así como te estoy diciendo, lo harías mejor.
-Porque a mi la comida no me gusta así...

Pero un día, con los ovarios bien hinchados... Si queridxs, esos que mi madre me dejó bien puestos, tienes las respuestas a esos comentarios:
-Si no la entiendes es porque no sabes leer, más ciencia tiene el mando de la play o el iphone y se te da de puta madre.
-¿De camioneros..? Pues fijate que ahora me sale del coño sacarme el carnet de camión.
-Con la regla no.. Pero a ti quería verte yo sangrar por la punta el nabo.
-¿Sabes? En vez de mandar tanto, lo haces tú y listo.

Y un día, con casi dos pies fuera del tiesto... ¡Zas! Llega la primera bofetada. Las niñas buenas no contradicen a papá. Las niñas buenas no ponen en duda el patriarcado.
Te hacen sentirte culpable. Todo el mundo apoya que la hostia te la merecías, que algo habrás hecho.
Vuelta a la misma rutina. Mismos comentarios. Y otra vez se te hinchan y otra vez discutes.
La niña de papá ha visto más allá. La niña de papá es una mujer con voz y quiere quedarse afónica.
Vuelve a intentar someterte con golpes pero te escapas. Discutes con tu madre y explotas a lo bestia... Entonces ella se da cuenta del error. De su error.
A la tercera pelea, respondes. Golpeas y te llevas una cara hinchada y un dedo marcado en la cara pero con el orgullo por las nubes y las maletas en la puerta.

Pero cuando estás a solas el mundo se cae a tu alrededor. No queda nada de la persona que eras, estás consumida, dolorida y sin ganas de vivir. Te aferras a tus maletas y hechas andar... Andas tanto que no importa que tus pies sangren porque el dolor que llevas dentro, ese que te corta la respiración, se apodera de ti...

Y te rompes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario